caballo negro y funesto
de patas muertas y llenas de púas,
de mirada desvelada
en cuyos ojos parecieran converger
las arpías cada noche.
Bestia de áspero lomo frío
de donde brotan dos alas,
tercas y pálidas,
que lejanas a la belleza de Pegaso
ajenas a la mística del unicornio
casi semejan la alada tiranía del buitre
casi parecen la maldad que se derrama
desde los ojos del cuervo al acecho.
Soledad,
ciénaga, lobo, atroz puñal
emisaria divina de mi desgracia
romperé a llorar un jueves muy temprano
y no detendré mi llanto hasta anegar tu recinto
hasta ahogarte en mil lagrimas espesas.
Arisco animal con garras de vidrio:
Temo tu visita,
temo tanto tu llegada
que dibujaría en mis paredes personas y animales jubilosos
y en mi lecho una esposa,
abstracta, fragante y llena de alegría
si así pudiese, enfermedad, deshacerte
alejarte de mi en este instante
confundirte hasta lograr tu partida
Y contigo tus fauces,
contigo tu veneno.
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